Estonia y Bélgica destacan en elecciones europeas marcadas por la baja participación


Bélgica suma años de automatización del voto.

Las elecciones del Parlamento Europeo se completaron este 9 de junio. Más allá del análisis político de los resultados y sus efectos en la unión de naciones, llama la atención que más de la mitad del padrón -cerca de 400 millones de electores- prefirió no participar en unos comicios donde en buena medida se puso en juego la forma de vida comunitaria de los 27 países que integran esta entidad.

La revisión de los resultados apenas comienza, pero se puede adelantar que aunque el promedio global de asistencia a las urnas se ubicó en 51%, hay países donde apenas 1 de cada 3 electores acudió a votar. Algunos casos preocupantes de apatía electoral corresponden a Croacia con apenas 21,3% de participación, seguido de Lituania con 28,9%.

Junto a los países de mínima participación, están las naciones de la Unión Europea (UE) con amplio retroceso en la votación. En este grupo repite Lituania, que fue la que más se desplomó, al sumar 24% de caída en la asistencia a las urnas, frente al 53,5% registrado en la última elección realizada en 2019. Grecia también engrosa la lista de naciones con baja concurrencia, ya que descendió 17 puntos, al pasar de 59,7% en 2019 a 41,3% en 2024. Lo mismo le sucedió a España, cuya disminución es de 11%, porque salió a votar 49,2% del electorado este domingo, frente al 60,7% de hace cinco años.

Votaciones que se debaten entre la manera tradicional y soluciones tecnológicas

En la UE principalmente se vota de manera tradicional, con papeletas que deben ser marcadas y contadas manualmente. La escasa actualización de los sistemas, junto con factores de índole político y socioeconómico, mantienen inhibida la participación electoral en esta región, por lo que se hace necesario tomar medidas que estimulen la votación.

Por ejemplo, un país que es evaluado desde varias perspectivas por su amplio uso de la tecnología es Estonia. Esta nación es la única que utiliza voto por internet en Europa y según el último reporte, la participación electoral se ubicó en 51,49%, un salto de 13,89% frente a 2019, fecha de la última elección, cuando votó 37,6% del padrón, lo que supone una buena noticia para el país y su modelo de voto electrónico remoto.

La solución tecnológica de Estonia se basa en una plataforma que requiere el PIN asociado al documento de identidad para validar al elector y así permitir el despliegue de la boleta en la pantalla del dispositivo que se esté usando, ya sea teléfono, tableta o computadora. Allí el votante marca sus selecciones y vuelve a ingresar el PIN para autenticar el voto.

Otra demostración de que la tecnología puede ser una aliada en facilitar el sufragio es Bélgica, que presentó incidencias al inicio de la jornada electoral, pero que se superaron sin mayores problemas, al punto que la asistencia a las urnas se cifró en 89,2%, que es la mayor participación de toda la Unión Europea. Hay que añadir que en este país el voto es obligatorio y el sufragio electrónico se utilizó en 187 ciudades y distritos en toda Bruselas. El voto automatizado belga se cumple en máquinas de pantalla táctil que permiten marcar, verificar y confirmar las selecciones. El equipo tiene integrada una impresora para generar un comprobante en papel de los votos.

Una lectura sobre la concurrencia de electores en Europa pasa por evaluar la praxis política de su dirigencia, pero también los modelos de sistema de votación que se usan. Mientras en Estonia la participación creció casi 14% frente a la última elección de 2019 y en Bélgica la votación alcanzó casi 89%, hay naciones donde el retroceso o la inasistencia es preocupante, porque 2 de cada 3 electores opta por no votar.

Ante esto, algunos países pueden mirar a sus pares de la región y evaluar introducir avances que faciliten el sufragio, como los que procura la tecnología electoral, ya sea automatizando 100% el voto o tecnificando alguna etapa del proceso electoral.

Sea cual sea la decisión, luce vital aprobar cambios para mejorar el acceso al sufragio. Por ejemplo, Portugal, mientras evalúa modernizar su sistema, decidió utilizar el llamado voto en movilidad, con el cual los electores pudieron sufragar en cualquier centro de votación del país, logrando elevar de 30,73% a 37,50% la participación entre 2019 y 2024.

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