La segunda vuelta presidencial en Ecuador -realizada el pasado 11 de abril- se desarrolló sin mayores contratiempos. Sin embargo, la jornada muestra que aunque en este proceso electoral no se registraron los problemas y las dudas de la elección de febrero pasado –restricciones y dos semanas de retraso en la entrega del escrutinio, las propias autoridades comiciales están conscientes de la necesidad aplicar cambios a su sistema electoral.
El vicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Enrique Pita, fue quien puso en agenda que Ecuador se plantee la posibilidad de modernizar su modelo de votación, a través de la adquisición de nueva tecnología. Específicamente Pita llamó a renovar los equipos para el Sistema Informático de Escrutinios y Resultados (SIER), debido a que los actuales superaron su vida útil.
La postura de este alto funcionario electoral puede ser el punto de inicio para que Ecuador se embarque en la tarea de no solo comprar un hardware para su mecanismo de transmisión de resultados, sino de transformar su modelo de votación.
Como se recordará, el voto manual que usa esta nación, de manera recurrente genera incertidumbre, ya que no está capacitado para entregar resultados oficiales el mismo día de la elección, sino que debe recurrir a un conteo preliminar, que incluso en algunos ocasiones tampoco puede ser difundido oportunamente. Por ejemplo, en esta última elección le tomó ocho días poder proclamar al vencedor, mientras en febrero pasado debieron pasar dos semanas para que el electorado supiera quienes irían al balotaje.
Ecuador ya tiene experiencia en la búsqueda de alternativas para mejorar su sistema electoral. En 2014 las provincias de Azuay y Santo Domingo de los Tsáchilas tuvieron la oportunidad de probar los beneficios del voto electrónico en dos pilotos vinculantes coordinados por el CNE, que dejaron, en el caso de Santo Domingo, la experiencia inédita de la entrega de resultados oficiales en apenas una hora después del cierre de las urnas.
Por ahora, el país dispone de un sistema que suele entregar conteos tardíos, comprometer la credibilidad cuando hay resultados cerrados o múltiples elecciones, y además no está capacitado para resguardar óptimamente la salud de los electores como exigen estos tiempos pandémicos.
Las opciones automatizadas para revertir las fallas y problemas están disponibles, lo que este país requiere es voluntad para avanzar en la adopción de un modelo de votación que blinde el sufragio y fortalezca todas las garantías electorales que sostienen la Democracia.